abril 12, 2015

Secuestro III -Último capítulo- [Takachii]

  [Nota: Hay epílogo]

 Aquella noche fue larga. Porque estaba consciente, pero muy débil. Fui ultrajado una vez más, ya no sabía que pensar o qué sentir. Era todo una mierda y solo pedía que de un momento a otro, me dieran un golpe certero, para morir pronto.
   No supe cómo me dormí, veía bastante nublado y mi cuerpo ardía de dolor por dentro y por fuera, pero lo hice o simplemente fue inconsciencia.

Capítulo III: “Huir y separar”.

   Al siguiente día, una potente luz se colaba por la ventana. A pesar de ser pequeña, iluminaba gran parte de la habitación. Vi una sombra que pasaba sus manos por sus ojos y sonrió amargo.
   —Pensé que no despertarías…
   —¿Qué sucedió…?—Dije desconcertado. No sabía dónde estaba o qué había pasado.
   —No te esfuerces tanto, todo a su tiempo. Déjame tratar tus heridas primero. —Habló amable, tanto, que oía su culpa en sus palabras.

   Puso parches y curitas. Limpió, purificó heridas y moratones. Uno de mis ojos tiene un pequeño derrame, mencionó. Ahora entendía porque a pesar de no tener la venda, veía tan nublado. Colocó gotitas oftálmicas.

   —A-Ah~—Gemí suavemente, sentir ese ardor, era de cierta forma, reconfortante.
   —Chinen… perdóname—Su voz se quebró y presionó con fuerzas sus labios.

   Busqué su mano o algo de él. Me tomó los dedos con cuidado y besó mí contra palma. Un escalofrío recorrió mí cuerpo.

   —¿Por qué quieres que te perdone?
   —No pude evitarlo… yo
   —¿Para qué te torturas? Déjalo. Ya es costumbre. Lo que haga o no haga ese hombre con mi cuerpo, ya no me importa… de hecho, preferiría estar muerto…
   —No digas eso, haré lo imposible por sacarte de esto—Susurró.
   —No hables al aire. Ni siquiera sabes si podrás cumplirlo. ¿Por qué sería yo más importante que tu familia? De verdad, déjalo—. Ahora era yo a quien se le quebraba la voz. —Lo siento, Takaki…

   Se suponía que hoy era el día en el que me liberaban, pero no tenía suficientes esperanzas por lo que había oído. Esperé en la habitación junto a Yuya, que viniera alguien a decirme que debía hacer. Pero nadie llegó durante todo el día.
   Así, pasó el tiempo.

    O —

   Según Takaki, ya estamos en invierno. Oigo la lluvia caer y el olor a humedad desde la mínima ventana que poseo en la habitación. Es una de las pocas razones por las que puedo sonreír. Ya he perdido la esperanza de salir de aquí. Jamás pensé que estas cosas me sucederían a mí y es extraño vivirlas y no poder hacer nada. No poder avisarle a nadie donde estoy o ese tipo de cosas. Es frustrante conocer todos los puntos débiles de mis captores, pero verme incapacitado de poder hacer algo.
   Yuya sigue cuidando de mis heridas, de hacerme dormir cada vez que puede. Sigue llorando cada vez que me violan y sigue protegiendo a su familia. No lo culpo, pero tampoco protejo. Solo le agradezco. Creo que sin él, todo sería más duro.

   —Chii… traje algo de té ¿Quieres?
   —Está bien—Respondí suavemente y cogí la taza. Por las noches, el frío era cada vez más insoportable.
   —¿Cómo está? Le eché unas rodajas de limón que traje.
   —Agradable…—Musité.

   Estaba mucho más delgado de como llegué, veía mis huesos y me puse débil. Incluso me costaba caminar. A pesar de que Takaki intentaba hacerme comer, la depresión me ganaba. Estaba lleno de heridas, moratones, cicatrices y fisuras de huesos. Jamás me había visto tan demacrado.

   —Mañana iré a ver a mi sobrino—Mencionó Yuya.
  
   Solo me limité a sonreír.

   —¿Quieres que te traiga una foto de él? Aun no lo conoces…
   —Está bien… No sería malo ver algo más que esta habitación, me volveré loco…
   —A-ah…—Sonrió— Debería traerte más cosas, pero sabes que bossu me registra de vez en cuando.
   —Sí, aún recuerdo el puñetazo que dio por haberme prestado tu frazada…—Reí.
   —Quedé con el ojo hinchado aquella vez…
   —Era divertido verte así—Le miré y sonreí leve.
   —¿Debería dejarme golpear otra vez, dices tú?
   —Eso pienso. —Bromeé.
   —Está bien.

   Cayó la tarde y escuchamos venir a los demás. Traían cervezas y algunas drogas. Yuya me hizo quedar en el suelo para que ni siquiera se acordaran de mí. Siempre lo hacíamos así.

   —¡EH! Takaki, trajimos algo de diversión, ven a beber con nosotros.
   —Ya voy, dadme un segundo. —Me miró y susurró—. Quédate aquí y si vienen a la habitación escóndete donde siempre, si te ven, es probable que te hagan algo, es mejor que no te vean ¿Oíste?
   —Ya lo sé…—Desvié mi mirada y suspiré profundo. Cerré mis ojos y solo esperé a quedarme dormido.

   El pelicafé me observó unos segundos y  luego cerró la puerta tras de sí.

   Mientras dormitaba, oía choques de vasos, gritos, brindis y más brindis. Pasaban las horas y todos se oían alegres. Por un momento confundí la realidad con mis sueños, estaba en mi casa, junto a mis padres y mi hermana. Todos sonreíamos y estábamos cenando. Habían cientos de alimentos ricos y gyozas, las que más me gustaban, podía sentir mi boca salivar por ellas. Cuando iba a tomar una y llevarla a mi boca, mi padre se levantó de la mesa y comenzó a gritarla a mamá.

   —¡¿Y QUÉ QUIERES QUE HAGA?! ¡Él ya está muerto!
   —¡NO DIGAS ESO!
   —¡CÁLLATE!

   Ví como mi padre golpeaba a mi madre, y yo me iba alejando de la situación. No podía hacer nada. Comencé a gritar y a llorar a la vez. De pronto todo se volvió oscuro pero yo seguía llorando.

   —Chinen… Chinen… ¡Chinen! —Alguien me despertó.
   —¿¡Quién!? —Abrí mis ojos desorbitantemente, asustado y paralizado. —Mi Madre… ¡Mi madre!
   —Chinen, tranquilízate, solo fue una pesadilla…guarda silencio. —Takaki me tomó me en brazos y me llevó hasta la cocina.
   —Takaki, mi madre… quiero verla…—Comencé a llorar.
   —Shhh… shh…Tranquilo, Chii.

   Me sentó sobre un mueble y me dio un vaso de agua, bebí solo un poco. Quería saber si mi madre estaba bien.

   —Yuyan, mi madre… mi madre…
   —¿Qué fue lo que soñaste? —Susurraba, al parecer todos ya estaban durmiendo o inconscientes con tanto alcohol.
   —Mi padre, estaba golpeando a mi madre y yo no pude hacer nada, de alguna forma, yo no estaba ahí, pero podía ver todo…
   —Oye… solo fue un mal sueño ¿Sí? Se juntó el desprecio que le estás teniendo a tu padre, junto a la preocupación…
   —¡NO! Yo… yo… quiero verlos…—Le miré a los ojos, de verdad, es lo que más deseaba.

   Me miró, como si comprendiera mis sentimientos de desesperación. Mordió su labio y me tomó de la muñeca. Me pasó un par de zapatos, algo de dinero y se cercioró de que todos estuvieran en estado de coma por la cerveza y las drogas.
   —Corre, corre lo más rápido posible y ve a casa. ¿Oíste?
   —¿Qué? Pero… Takaki.
   —¡HAZ LO QUE TE DIGO! —Me gritó y vi sus ojos. Hablaba muy serio, jamás lo había visto así.
   —¿Pero y tú…?
   —Estaré bien, no te preocupes…
 
   Simplemente asentí, secando mis últimas lágrimas. Tenía sentimientos encontrados, mi corazón muy fuerte.

   —Hey. Antes de que te vayas…—Me tomó de los hombros y se acercó a mí. Me dio un corto beso en mis labios y susurró sobre estos, unas cuantas palabras de protección.
   —Gracias, Yuyan…—No tuve tiempo de pensar en dónde me había dado el beso, simplemente lo recibí porque me él me hacía sentir fortalecido. Giré mi cuerpo y me fui sin mirar atrás, si lo hacía, podría arrepentirme, por el bien de Takaki.

   Mis piernas sobrellevaban toda la adrenalina de mi cuerpo. No sé cuánto estuve caminando a paso rápido, aunque quisiera correr, mi cuerpo no respondía. Estaba demasiado débil y delgado. Tampoco sabía bien donde estaba. Encontré el tren bala y me enteré de que estaba a dos horas de casa. Hacía muchísimo frío, pero nada de eso me importaba, solo deseaba estar en casa, ver a mi madre, a mi hermana, incluso a mi padre y abrazarlos.
   Esperé por el tren y subí a él.

   No dormí en el viaje, simplemente deseaba llegar pronto. Pero me puse a pensar, en lo que había hecho, iba a afectar de alguna manera en la vida de Yuya y comencé a preocuparme por él. ¿Matarían a su familia? ¿Lo matarían a él? ¿Qué harían con él? ¿Por qué no huyó junto a mí?... ¿Por qué me dejó huir? ¿Por qué arriesgó a su familia por mí?

   —¡IMBÉCIL! —Me puse a llorar. No había nadie en mi vagón, para mi suerte.
Siempre dije que no me afectaría lo que él hiciera o dejara de hacer, pero en la práctica es imposible. Lo lamentable de todo esto… es que no pienso volver a ese lugar para salvarlo a él… No lo haré; no lo haré…

   Cuando bajé del tren, reconocí enseguida el camino a casa. Es como si aquel día que me secuestraron, el tiempo se detuvo y recién hoy, después de tanto tiempo, hubiese comenzado a andar nuevamente. Caminé sujetándome de las paredes hasta que llegué a la puerta de mi casa.
   Toqué el timbre y cuando abrieron la puerta, me desplomé del cansancio. Oía los gritos de mi padre y luego de mi madre. Por fin estaba en casa, sonreí antes de desmayarme de fatiga.

    O —
     
   Desperté en un espacio completamente blanco. Vi mi cuerpo, tapado por una sábana blanca y otra manta de colores. “Mamá” Pensé. Mis brazos estaban conectados a agujas unidas a bolsas. Un pitido intermitente constante junto a mí. Lleno de parches y vendas. No eran los parches de Takaki, pero imaginaba los de él.

   —¡Takaki! —Chillé y desperté a mi madre, que estaba a mi lado.
   —Hijo… ¡Hijo! ¡Has despertado! —Me abrazó, como una madre abraza a su hijo que dio por perdido. —¿Estás bien? ¿Necesitas algo?

   La miré a los ojos y rápidamente se me aguaron. Por fin veía a mi madre, algo que pensé jamás sucedería. Lloró más que yo y se cuestionaba porqué esto me había sucedido.
   La verdad, no lo sabía. Pero estaba feliz de estar de vuelta. Estuvimos tomados de la mano, mientras ella me conversaba y hacía preguntas. Lamentablemente no pude responder a todo, me agotaba con rapidez y en mi cabeza solo rondaba el nombre de Takaki. Daría cualquier cosa por saber de él, pero ya era demasiado tarde…

   Vino el médico y me hizo preguntas sobre las violaciones y qué es lo que me habían hecho. También vino el detective y un policía que trabajaban en mi caso. Tuve miedo de contarles todo, ya que, afectaría a Yuya. Pero de todas formas, no me iban a dejar tranquilo, hasta saberlo.
   Les conté todo, pero omití a Takaki en todo el relato. Hice como si jamás hubiese existido. No quería que nadie supiera de él, temía que le hicieran daño o que lo apresaran a pesar de haberme cuidado. La ley es la ley. Y no lo perdonarían como yo lo estaba haciendo.

   —Detective… Si los encuentra, ¿Podría avisarme?
   —Pero procura recuperarte, fuiste muy dañado todo este tiempo. No quiero que la noticia te afecte negativamente en tu recuperación ¿Está bien?

   Asentí y bajé la mirada.
    O —
     
   Mi madre, me compró mucha fruta y me alimentó como nunca. Pero aun así, no estaba acostumbrado a esas proporciones de comida. Llevaba mis días en el hospital, daba un par de vueltas por mi habitación y miraba por la ventana, mientras respiraba aire fresco. Por las noches no podía dormir, a mi mente, se venía la imagen de “Bossu” y Takaki y convivía con un miedo y necesidad constante, que intenté ocultar a mamá. Pensaba a cada momento en Takaki, me di cuenta que era el único que me ayudaba a dormir por las noches. Imaginaba cuando acariciaba mi cabello o cuando dormía junto a mí. Tenía un mal presentimiento e incluso rezaba, para que este no se hiciera realidad.
   Me aplicaron cirugía en mis huesos rotos. Permanecí un mes en el hospital y mi padre no fue ningún día a verme.

   —Mamá… ¿Tú y papá han peleado? —Recordé el sueño que había tenido durante mi secuestro.
   —Mh…—Su silencio fue la respuesta y la miré.
   —¿Qué sucedió? — Se acercó a mí y me sentó en la cama.
   —Con tu padre… nos vamos a divorciar.
   —¿Eh…?—La miré perplejo.
   —No quiero hablar del tema, pero todo esto es por como él tomó lo de tu secuestro. Tuvimos reacciones distintas y realmente me molestó la de él…
   —¿No le importé…?
   —No es eso exactamente, hijo. Sí le preocupaste, pero hubieron cosas que realmente me molestaron y no puedo seguir viviendo con una persona así—Ella suspiró. —Lamento contarte ahora, pero no quería que afectara en tu recuperación. Lo siento, hijo—Sollozó.
   —¿Pero tú estás bien? —La abracé por el costado, realmente preocupado.
   —Sí, sí lo estoy. Debo estarlo—Sonrió amargo—. Por cierto, debes decidir con quién quieres quedarte, aun debes terminar la escuela. Tu hermana está pensando en irse a vivir sola.
   —Quisiera hablar con mi padre, antes de decidirlo. ¿Es posible?
   —Lo que desees, hijo mío—. Me besó en la frente y terminamos de empacar nuestras cosas, para dejar el hospital.
  
   Llegamos a casa, pero papá no estaba. Seguro estaba en el trabajo. Mamá me dijo que ella estaba viviendo en un departamento cerca del centro y tenía una habitación disponible para mí para cuando lo decidiera. Asentí.

   Era extraño llegar a una casa, que ya no parecía tu casa. Es como si después del secuestro, mi hogar también hubiese sido ultrajado. No me dejaron nada que atesorar… ni siquiera el sentimiento de familia. Entristecí nuevamente, era una gran lástima que ni siquiera después la tormenta las cosas pudieran estar bien. Mamá se fue antes y me dejó esperando a solas, ya que no quería verle la cara a mi padre, aunque se fue con la excusa de que quería descansar.
   Esperé a mi padre. Di una vuelta por la casa, tocando sus paredes y viendo todos esos recuerdos que habíamos hecho como familia. Quizás no eran muchos… pero me hacían amargamente feliz en ese momento. Llegué a mi habitación y era tan extraño, ver que nadie movió ni una sola cosa de su lugar. Como si ahí, viviera mi fantasma.
   Busqué un bolso y comencé a empacar mis cosas. Ya tenía la decisión tomada, pero simplemente quería saber una cosa de mi padre. Así que, por eso lo esperaba. Tomé lo importante, dejé mis libros de clase y esas cosas que no me importaban. Realmente ni siquiera pensaba en terminar la preparatoria.
   Oí la puerta y bajé las escaleras lentamente con mi equipaje.

   —Padre…—Musité, buscando sus ojos.
   —¡Oh! Chinen…—Se me quedó mirando. —¿Estás mejor? —Mi padre siempre fue insensible y muy torpe para los temas delicados. Pero lo conocía, por eso no me molestaba.
   —Sí, gracias a Mamá, que me fue cuidar día y noche—Aunque yo tampoco era muy delicado con mis palabras.
   —Oh, lo siento… ¿Ya lo sabes, cierto?
   —¿Lo del divorcio? Sí, me lo ha dicho llorando… Pero estoy aquí por una sola razón.
   —Dime…
   —¿Por qué…?
   —¿Por qué, qué?
   —¿Por qué pasó esto?
   —Creo que deberías preguntárselo a tu madre, no soy la persona más indicada para explicarlo, ya que de alguna forma, fui yo quien le hizo daño.
   —¿Por qué no fuiste ningún día a verme? ¿Por qué contrataste un detective cuando te dijeron que no lo hicieras? ¿Por qué no pudiste pasar más dinero a los secuestradores? ¡¿TAN IMPORTANTE SON TUS NEGOCIOS?! —Apreté mis puños.
   —¡¿Y qué podía hacer?! Cada vez que entregaba una cantidad, me pedían el doble. Estaba quedando en la banca rota y estaba seguro que jamás te iban a devolver…
   —Mamá jamás perdió la esperanza… veo que tú sí…
   —Te di por muerto en un momento… ¿Sabes lo que son 6 meses sin saber nada de ti? Ellos me decían que estabas vivo, pero me enviaban la misma foto siempre… Di por hecho que estabas muerto y no seguí entregando más dinero…Realmente, lamento no haber sido más fuerte…
   —Ni siquiera sé qué decir… Mi vida, mi orgullo, mi autoestima, mi familia se fue a la mierda por ese maldito secuestro y no entiendo la razón, de porqué sigo vivo… Hubiese sido mejor, estar muerto ¿No? —Lo miré ácidamente.
   —Tal vez…—Me dijo él.

   Tomé mi equipaje completamente enojado, podía comprender a mamá a la perfección, aun así, no estaba molesto con mi padre en sí, si no, por todo lo sucedido. Di un portazo a la puerta y comencé a llorar mientras arrastraba una maleta y un bolso. Llegué al paradero y comencé a patearlo hasta destrozar parte de él. Lloraba con rabia, dolía más que una violación, que un golpe en el estómago o un hueso roto. Dolía más, porque no había forma de curarlo.


   Cuando me calmé, tomé el bus camino a mi nuevo hogar.


—o

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