diciembre 05, 2014

"Secuestro" [Takachii]

Dedicado: A Rocío.
Prólogo

   Cuando desperté, sentí unas cosquillas por mis dedos, caminaban lentamente. Abrí mis ojos con molestia, al darme cuenta que una araña ya me había picado por entre mis nudillos. En acto de venganza, la aplasté sin ninguna emoción. Siempre recordaré ese hecho como el gran error de mi vida. [*]

   Lavé mis manos y posteriormente me puse el uniforme de la escuela. Bajé las escaleras y como era de costumbre, mi madre no estaba y mi padre ya se había ido a trabajar. Una sirvienta se reverenció frente a mí y me ofreció el desayuno. No respondí, simplemente me senté a la mesa.
   Un gran bol de arroz con salmón y sopa de miso me fue puesto, encendí la televisión y vi el canal de noticias. A pesar de tener 17 años, solía tener rutinas bastante adultas, pero estaba orgulloso de ello. Dejé pequeños restos de comida y es que ya se me hacía tarde y no quería llegar atrasado, era algo que detestaba y no estaba dentro de mi forma de ser.
   Tomé mi bolso, chaqueta y llaves. Simplemente salí de esa casa sin avisar y caminé.
  
   Hacía un mes que siempre veía el mismo carro en la intersección de mi casa-escuela, dos hombres dentro de él  siempre tomando nota de algún sujeto que probablemente pueda ser yo. Mi familia es una de las más adineradas de Japón, día a día sabemos que somos el blanco perfecto de robos millonarios, estafas u otros. Sabemos que nos tienen estudiados con pinzas, pero eso no me impide seguir con mi vida normal.

   Al entrar al salón de clases, saqué mi cuaderno y lápiz. Como todos los días puse suma atención y es que no era nada fácil ser el primer lugar y mantenerlo por toda tu estancia en la escuela. Sabía que mucha gente me admiraba, otros me odiaban, pero en realidad… Ninguna persona me importaba. Sí, tenía un grupo de personas con las cuales me juntaba a diario, creo que la mayoría le llama “Amigos” pero creo que es una palabra demasiado íntima, para malgastarla con sujetos a los cuales no pienso volver a ver en la universidad.

   Al terminar la escuela, rasqué mis nudillos, hasta el punto de hacerme una herida en la mano. Recordé lo sucedido esta mañana y un extraño presentimiento vino a mí. Fue como si el piso se moviera y mi mundo cambiara por ciertos grados su inclinación, su destino.
   Entré con desconfianza a una tienda de videojuegos, pensé que estar en un local de entretención, ese mal augurio desaparecería, pero no fue así.
   Por accidente pasé a chocar con la espalda de alguien y boté lo que sostenía en sus manos; Un videojuego. No me disculpé, tampoco recogí lo caído, simplemente lo miré y mi corazón se aceleró. Sus ojos me vieron con tal intensidad que hizo de mis miedos aún más grandes. Era como si me estuviera advirtiendo de algo. Con lentitud se agachó sin dejar de ver mi rostro, y tomó la cajita que boté. Era como si estuviera intentando reconocerme, pero de su grave voz, no salió más que un “Lo siento”.

   “¿Lo siento?” “¿¡Lo siento!?” ¿Por qué él lo sentía? Fui yo quien tropezó, fui yo el torpe. Por alguna razón, supe que esa mirada y esas palabras iban más allá. La inseguridad se apoderó de mí, inexplicablemente.
    Salí del local a pasó rápido. Quería llegar a casa pronto. Pero el destino no lo quiso así. El carro que todos los días estaba estacionado fuera de la intersección escuela-casa, ahora estaba frente a mí. Dos sujetos encapuchados corrían hacia a mí, todo sucedió muy rápido. De pronto sentí un olor tan fuerte en mi nariz, que no logré mantener mis ojos abiertos. Ya no sabía si aún estaba consciente de mí mismo. Me sentí arrastrado y subido a la fuerza a los asientos traseros del automóvil y ya no supe nada más.



[*] Según los Japoneses, matar arañas de madrugada es de mal augurio.

—o


3 comentarios:

  1. *O* waaaaa esta super genial me encantan!! espero la continuación con ansias

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  2. No manches, vo' a llorar enserio, me emocioné, cómo no había visto esto antes? TOT

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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