agosto 12, 2015

"No control" III [Okajima-Inoodai-Takachii]

Capítulo 3: “Casualidades”.

   —¿Diga?
   —¡Hola, Daiki-kun! Soy Koki.
   —¡Oh! ¡Hola! ¿Necesitas algo?
   —Sí, mira; Contraté a un DJ para el sábado y me canceló hoy, porque le dio una enfermedad algo contagiosa, no quise preguntar más detalles. El problema, es que ando buscando a alguien que lo reemplace, pero nadie puede mañana ¿Tú podrías? Sé que siempre tienes trabajo los sábados, pero nada perdía con consultarte.
   —¡Claro! Justo había dejado ese día libre para descansar, pero está bien, si es por una emergencia para ayudarte, lo haré.
   —¡JAJAJA! ¡Ese es mi DJ! Te pagaré muy bien por esto, así que llega como a las 7, acá tienes todo lo que necesitas.
   —Vale, ahí estaré— Y colgó.

   El menor suspiró. Realmente no tenía ganas de trabajar el sábado, hace días estaba agobiado porque solo una persona aparecía en su mente e hiciese lo que hiciese, nada lograba quitarlo. Aun así, no podía dejar a Tanaka de lado, quien le apoyó durante tanto tiempo cuando nadie más lo hizo.

—o—

  Mentalmente se sorprendió, pero su cuerpo se dejó dominar por esa caricia formidable. Era un tacto materno y protector, no obstante, no era su madre, ni su hermana, tampoco Mizune, era ese chico, quien logró apaciguar sus súplicas. Sus manos se empuñaban y aflojaban en un intento inseguro por apartarlo, sin embargo, los intensos movimientos que se desenvolvían sobre sus labios le erizaban cada vello de su cuerpo y enardecían su interior; Absolutamente, aquel beso, era más fuerte que su instinto por alejarlo.
   Yuya, enredó sus dedos en las hebras del pelinegro, mientras aún salvaguardaba sus oídos del universo exterior, quería aislarlo aunque fuese por un instante de su cruda realidad. Acarició con delicadeza, proporcionándole un masaje que mantuvo respirando suave al menor. El castaño subyugó aquella rabia contenida, pero no necesariamente la extirpó de su médula.
   En una inclinación sorpresiva, Yuri torció su cuello, abriendo más su boca, permitiéndose colmar por ese jarabe, de una buena vez. El mayor correspondió de manera natural, encajando sus labios en un beso que tomó mayor ímpetu a medida que pasaba el tiempo.
   Continuamente osado, el menor se dio el impulso para elevar su cuerpo y acomodarlo lentamente encima de las piernas del mayor, sentándose con los muslos abiertos sobre la hombría del castaño, quien sin aquejarse, lo recibió sujetando sus costados con firmeza y elevando su rostro.

   —Takaki…— Susurró frente a sus labios, descendiendo su vista hacia el mayor. Dejó caer un par de lágrimas que fueron a parar en la piel del otro—. Quiero despojarme de todo… Quiero quebrajar esta rutina, quiero ser feliz, si quiera por un segundo…
   —Chinen…— Musitó, sintiendo su rostro humedecerse, comprendiendo el dolor que llevaba por dentro—. Hazlo, no te detendré… puedes confiar en mí—. Lo abrazó por la cintura, atrayéndolo. Sus frentes se apoyaron una sobre la otra y ambos cerraron sus ojos, comenzando un nuevo beso.
  
   El ritmo de sus respiros aumentó, así mismo, lo hicieron sus latidos cardíacos. El deseo por concebir más sensaciones plácidas hizo que Chinen determinara romper sus propias reglas, olvidarse de sus principios; Por una noche, diría la verdad, se permitiría llorar e intentaría querer.
   Takaki solía ser un hombre retraído y en su vida, no muchas cosas interesantes habían sucedido. Proyectaba ser caballero y muy tardo al momento de tener sexo con alguien, pero esta vez, sus manos tomaron control y desnudaron con decisión el torso del guitarrista. Sus yemas palparon cada partícula de la pálida dermis del chico, transfiriendo su fervor al cuerpo ajeno. El más bajo, desvistió al hombre que tenía en frente, con movimientos sensuales durante besos interminables.
   Los traviesos dedos de Yuri se enredaron en los largos mechones del castaño y los revolvió. Las caderas de ambos, comenzaron con un vaivén lujurioso, intentando apegar cada vez más sus hombrías. No lo negaban, les gustaba percibir como se endurecían.
   El menor, se estimulaba al sentir el bulto del cantante; Lo deseaba. Hubo un instante, en que los sacudidas se volvieron tan violentas que el cuerpo de Chinen empujó al otro, cayendo ambos, recostados sobre el colchón. No impidió las oscilaciones siguientes, al contrario, se tornaron más penetrantes; El guitarrista, sujeto del pecho del mayor, movía sus caderas malditamente bien.
   Yuya lo disfrutaba.

   —C-Chinen…—Mencionó apenas, ya que su grado de excitación era inmanejable. Tomó al pelinegro de su cintura y lo volteó en aquella misma cama, quedándose en su cima.
   —H-Hazme un favor— Contestó el menor, buscando aquellas pupilas que le generaban tanta libertad.
   —Dime.
   —Cógeme… y permíteme sincerarme, pero no hables de lo que suceda hoy…—. Era idiota la cantidad de confidencias que estaba guardando dentro aquel extraño, pero jamás se había sentido así por alguien. Unas ínfimas lágrimas rodaron, eso le hizo recordar a Yuya, el por qué habían terminado así.
   —Confía en mí…—Repitió, cercano a su lóbulo. Razonaba que era eso lo que precisaba el chico y no se lo iba a negar. Próximo, comenzó a bajar entre besos por su pecho—. ¿Qué es lo que más te molesta, Chinen?
   —Muchas cosas…  
   —Cuéntame desde el inicio y pase lo que pase… No pares de hablar—. Insinuó— Si sientes rabia, demuéstralo. Si tienes tristeza, llora. Si quieres besarme, hazlo.

   Las manos del castaño desabrocharon y desnudaron la parte baja de Yuri, su piel era tan nívea como la de su torso, incluso aún más. Admiró un minuto su silueta, llenándose de esa imagen, para alojarla, más allá de su subconsciente.
   Colocó sus palmas en los pies del muchacho y ascendió con delicadeza hasta sus caderas. El chico las empinó y llamó de manera sutil a Yuya, para que le concibiera sexo oral.

   —Mi carácter… mi carácter fue débil, porque simplemente en vez de encarar los problemas yo ¡AHH! —Gimió de sorpresa. Su espalda se encorvó violentamente, al sentir la saliva del chico llenar su hombría.
   —¿Tú…? — Le pidió continuar, algo masoquista.
   —Y-Yo… l-los evito… ¡Ngh! —Chinen se aferraba a las sábanas o cualquier cosa que estuviera a su alcance. Jamás pensó que una felación hecha por un hombre, se sentiría tan bien.
   —¿Por qué los evitas? —Ahora atacaba sus gónadas.
   —¡Ah! P-Porque… Porque es m-más fácil… —Su rostro se arrugaba, mordía sus labios, intentaba hacer de todo, por controlar sus impulsos, no obstante, abrió más sus piernas.
   —¿Crees que eso… ha sido un error? —Se relamió sus labios y tragó su propia saliva, pudiendo conocer el sabor del menor.
   —C-Creo…—Respiró, echándole un vistazo a la acción que ocurría en su parte baja, sonrojándose por lo extraño de la situación—. Creo que fue el error de mi vida… Si hubiera puesto un ‘párale’ a las fans que rondaban por mi casa, quizás… Mizune no estaría muerta— Volvió a empuñar las sábanas con su mano, pero esta vez de rabia. Cada vez que decía el nombre de la chica, afloraban sus emociones de odio y tristeza—. Solo las veía y evitaba con molestia…
   —Pero tú tampoco sabías de lo que ellas eran capaces…— Confortó Takaki, ahora besando el ombligo del menor.

   Era un contexto raro y ambos lo notaban, sin embargo, no podían ignorar la necesidad que tenían ambos, por librarse de todas sus emociones reprimidas, de hacerse responsables de sus confidencias y descontrolarse junto al deseo de posesión que mantenían, a medida que se desnudaban más y más.
   Yuya subió entre besos y lamidas por el pecho del muchacho, dejando una huella de saliva por su nuez cuando estuvo ahí. Las dos voces gemían por igual; Graves y violentas.
   Sus labios volvieron a unirse, esta vez, algo vehemente. Aún con coraje, el menor lo mordió.

   En un movimiento rápido, el mayor desabrochó sus jeans y se los quitó con algo de ayuda, al igual que su ropa interior. Su erección era insoportable ya.
   Las piernas y brazos del guitarrista envolvieron el cuerpo del mayor.

   —Hazlo…—Pidió en un hilo de voz, sus pómulos estaba sonrosados por completo y su frente sudada junto a sus cabellos. Chinen estaba desesperado por sentir algo más que solo dolor en su corazón.

   Las manos del mayor se movieron ágilmente; Tomó su propio miembro buscando la entrada del menor, insertando con decisión y haciéndose espacio entre sus paredes. No era para nada fácil, más aun, cuando vio el chico retorcerse de dolor por su intromisión. Tenía fe en que si continuaba, todo aquel sufrimiento sería recompensado, como toda penumbra de vida.

   —¡AHH! —Jadeó seco. Buscando aire lejos del cuerpo del castaño. No esperaba que fuese tan incómodo, pero le gustaba porque ya no pensaba en Mizune, ni su odio por sus fans, por su vida y el mundo. Simplemente, quería sentir más del mayor.

   Continuó penetrando con cuidado, según las quejas del chico. Sus vaivenes eran más rápidos o lentos, pero cuando se cercioró de que ya no era molestia lo que sentía, sino que todo lo contrario, apresuró su tempo. Estaba perdiendo la cordura lentamente, hasta que vio su mente ensombrecerse. Hubo un instante que solo pudo centrar su vista en los ojos del pelinegro y se enamoró, de sus fervientes expresiones de placer.

   —¡AH! ¡Maldición! —Ambos cuerpos se estaban rozando en cada embestidura, por lo que el miembro del menor no estaba para nada desatendido, de hecho, estaba a punto de llegar a su límite.
   —¡Ngh! —El castaño, se irguió de su posición y tomó el falo del chico para masturbarlo con malicia y experticia adquirida recientemente.
   —¡N-No! ¡AH! —Su cuerpo se quebró prácticamente. Sintió su propio semen caer encima de sus pieles, humedeciendo aquel orgasmo que llegó de improvisación. Sus latidos más bien parecían zumbidos y sintió un calor penetrarle.
   —¡Chinen…!—Gimoteó. Tan solo un poco después, se descargó dentro de él. Llenándolo de más que un líquido espeso, sino que, cubriendo su interior de un estremecimiento distinto.

   Nublados por el orgasmo, sudados y cansados, atónitos por lo sucedido, Takaki afirmó sus manos por los costados de la cabeza del menor, mirándole fijamente. No daba crédito a lo recién vivido, los gemidos del chico habían sido tan exquisitos que le descontrolaron, en otras palabras; Fue el mejor clímax de su vida.

   —¿Estás bien? —Interrogó en un musito el cantante, ya que el muchacho mantenía sus ojos cerrados, controlando su respiración.
   —S-Sí… yo ¿Tú? —Alcanzó a decir difícilmente, aún sin abrirlos.
   —Lo estoy…—Yuya se acercó y depositó un apacible beso sobre los labios del menor, quien sorpresivamente, lo retuvo con un abrazo.

   Se quedaron así un buen rato, solo besándose y traviesamente, el castaño moviendo su miembro de vez en cuando dentro de él.
  
—o—

   Posterior al ensayo con Kaizen, llegó cansado a casa, pero no de manera física, más bien mental. Llevaba varios días con la misma rutina; Caía sobre su cama completamente muerto, sin poder cavilar en otra cosa que no fuese; Arioka Daiki. Lo disimulaba bien, frente al resto del grupo, no quería mostrarse idiota, pero era agotador. ¿Qué tan hondo había calado esa persona, para provocar un desequilibrio espiritual en Inoo Kei? ¿Enamorado? ¿Obsesionado? No lo sabía, simplemente deseaba verlo una vez más.
   En estos tiempos tecnológicos, si tienes el nombre de una persona, deberías ser capaz de encontrarlo, pero era inexplicable como el menor había desaparecido de la faz de internet y del mundo. Tomó su celular e ingresó a Facebook; Una vez más, escribió el nombre del menor en la barra de búsqueda, decepcionado por milésima vez, volvió atrás.  
   Ya estaba fastidiado de coexistir con una ilusión, resolvió intentar reprimir sus expectativas de volver a verlo, era molesto, porque jamás se había sentido así. Guardaría aquel día como su encuentro sexual más alocado de su existencia, una anécdota sin comparaciones, pero ya no lo buscaría.
   Revisó su muro y vio una notificación del bar de Koki. Siempre le llegaban las mismas invitaciones, ya que Kaizen era cliente regular, pero esta vez era el aviso del cambio de DJ para el día sábado, por una emergencia. Kei leyó el nombre del chico reemplazante y se largó a reír.

   —¿Falcón Jr? ¿Qué tipo de nombre es ese? ¡JAJAJA! —Ante su repentino buen humor, decidió ir el sábado al bar, solo deseaba distraerse.

—o—

   Sus piernas dolían extrañamente, no recordaba haber hecho algún tipo de ejercicio que implicara sus extremidades. A causa de las molestias, abrió sus ojos perezosamente, ya era de día. Se quejó levemente y de pronto, sintió la presencia de alguien más a su lado. Chinen se volteó a verlo con pavor, encontrándose con el rostro de Takaki. Despertar y recordar todo lo que hiciste la noche anterior, fue casi un trauma para el pelinegro, quería golpearse por lo estúpido que había sido, pero al percibir que el mayor también iba a abrir sus ojos, se hizo el dormido.
   Yuya vio frente a él, el rostro adormilado del chico y sonrió como un estúpido. Instantáneamente le acarició la mejilla y se le quedó mirando. El guitarrista no pudo evitar sonrojarse y toda la rabia que estaba conteniendo, se aplacó al comprender por qué su corazón se había sincerado anoche.
   Al sentir el cuerpo del más alto levantarse, estiró su mano y lo detuvo, atrayéndolo nuevamente a él.

   —¿¡Eh!?
   —Antes de que te vayas… ¿Recuerdas lo que prometiste anoche? —Le susurró aun con los ojos cerrados.
   —C-Claro… pero no me pensaba ir, solo quería ir al baño— Sonrió.
 
   Yuri vio al chico y le soltó lentamente. Tenía una lluvia de emociones ¿Cómo se comportaría frente a él? ¿Debería hacer como que esto jamás pasó? ¿Debía ser frío? ¿Olvidar que alguna vez confió todos sus secretos a aquel hombre? Aquel hombre que volcó sus principios. No sabía cómo mirarle.
   El castaño lavó sus manos y salió del baño con su bóxer ya puesto, volviendo a donde se encontraba el menor.
   —¿Te molesta si utilizo la ducha? —Preguntó sumiso.
   —¿Eh? No, para nada— Le observó y chasqueó la lengua al advertir que su corazón latía aprisa al verlo semi desnudo.

   Se pegó varias veces en la cabeza con la almohada, intentando vislumbrar qué mierda era lo que tenía aquel castaño, para derribarle todas sus defensas. Era idiota, tardo y excesivamente bueno, pero aun así, le atraía.
   Para cuando salió de la ducha, con una toalla puesta cubriendo su hombría, miró al otro, que estaba hecho una cuncuna con las sábanas, sobre el colchón. Yuya tomó asiento por uno de los costados para vestirse.

   —Hoy… ¿No es el cumpleaños de tu hermana?
  
   El muchacho guardó silencio y lentamente asomó su cabeza para verlo.

   —¿Qué acaso recuerdas todo?
   —Jajaja, algo así… ¿Por qué no la vas a ver? Tienes libre me has dicho…
   —¿Cómo quieres que vaya? No tengo auto e ir en tren, taxi, metro o lo que sea, es peligroso para mí— Se fastidió.
   —Pero yo ando en auto—Insinuó, colocándose su poleron —Y por lo que recuerdo, también tengo libre.

   Yuri se le quedó mirando estupefacto. ¿Le estaba ofreciendo llevar hasta Shizuoka?

   —P-Pero… Si voy allá, tú andarás conmigo…—Se sentía incómodo, porque siempre fue receloso con su familia, no permitía que casi nadie los conociera por su parte.
   —Si quieres, solo te voy a dejar y buscar, de todas formas no conozco la ciudad, podría dar un par de vueltas.
   —Yo…—Recapacitó. La propuesta no era mala y cuando ensambló sus ojos con los del cantante, accedió—. Está bien.
   —¡Entonces vístete, no hay tiempo que perder!

   Chinen se duchó y vistió. Estaba ansioso ante la idea de ver a su familia. Trató de camuflarse con ropa normal y un par de gafas, cerró todo su departamento y bajaron hacia el auto del mayor con avidez.

   —Coloca la dirección—Le pidió Yuya, entregándole el GPS.

   El pelinegro dudo un instante y alzó su vista, buscando las pupilas del otro.

   —¿Realmente… puedo confiar en ti? —Apartó el aparato, dejándolo encima de sus piernas y centrando su atención en la respuesta del muchacho. Era un tema delicado para él y no quería que por una debilidad absurda, su familia corriera peligro.
  
   Takaki le miró le inquieto ¿Tanto miedo había acumulado durante los años? Mordió su propio labio y acarició la mejilla de quien tenía enfrente. Se acercó y besó su frente con cariño, distinguiendo el momentáneo sonrojo del menor.

   —Confía un poco más, todo saldrá bien…
  
   El guitarrista, desvió su vista hacia el localizador. Entendía que esas palabras eran tan frágiles como él, pero una vez más, creyó en esos ojos. Anotó la dirección y ajustó el aparato en su soporte.

   —Si me traicionas o algo similar, date por hombre muerto—. Amenazó, con su ya conocido gesto cruel.
   —Está bien, pero primero, debemos hacer dos paradas—. Partió al auto con una sonrisa.
   —¿Eh?

   El conductor fue hasta su casa, a dar las disculpas correspondientes con su madre por no avisar en toda la noche, le explicó que debía transportar a un amigo a Shizuoka con urgencia y traerlo de vuelta posteriormente. Se cambió de ropa y llevó algunas provisiones para el camino. Chinen esperó en el auto.

   —Y bueno ¿Ya pensaste en el regalo? —Consultó el mayor al volver y hacer partir el motor.
   —¿¡Eh!? —Abrió sus ojos como platos—. N-No… yo lo olvidé por completo.
   —Bueno, supongo que tú eres el mejor regalo, pero ninguna chica se resiste a la comida, es lo único que he aprendido en esta vida, por más dietas que hagan, ¡Jamás se negarán a un pastel!
  
   Yuri no pudo evitar sonreír con espontaneidad. Fueron hasta una pastelería de calidad a las afueras del centro de la ciudad, y compraron el pastel más grande que hallaron.

   —¿No habremos exagerado? —Analizó con incertidumbre.
   —Digamos que será tu forma de disculparte por todo este tiempo ausente ¿Vale? —Animó el mayor.
  
   El guitarrista frunció los labios y asintió. Tomaron ruta a Shizuoka, hablaron o más bien, discutieron todo el camino sobre distintos temas. Chinen se sentía pleno junto al castaño, porque conseguía ser él mismo y no esconderle absolutamente nada y por el contrario, Yuya amaba tener esas charlas fervientes con el chico, se sentía genial, desprenderse de su retraimiento cuando estaba a su lado; Eran sensaciones especiales.

—o—

      Tomó su bolso. Ya tenía todo listo para ir a trabajar. Había dormido lo suficiente para estar despejado toda la noche, o al menos, durante su horario de trabajo.

   —Daiki-kun o mejor dicho Falcón Jr. ¿Cómo estás? —Preguntó Juri con una sonrisa, al verlo entrar.
   —Muy bien, con harto trabajo eso, pero eso es gracias a ustedes—Agradeció el chico.

   Cuando Arioka quiso incursionar en el mundo de las mezclas, le costó conquistar a alguien que creyese en él. Un día, conoció a Koki, un loco que apostó por él y resultó ser una inversión muy enriquecedora, ya que el castaño siempre fue aplicado, responsable y tenía estilo. Se convirtieron en muy buenos colegas y a pesar de que a veces perdían contacto, solían hacerse favores mutuamente.

   —Puedes empezar cuando quieras, el bar es tuyo y si necesitas algo, me avisas; La casa invita— Le guiñó un ojo.
   —Ah, solo bebo una cerveza como a eso de las diez, por si lo recuerdas.
   —Lo tendré en mente.

   El castaño revisó la mesa de sonido y comenzó a hacer algunos cambios, aún era temprano para comenzar, por lo que hizo algo de tiempo.

—o—

   Llegaron al fin de la ruta del GPS. Takaki desvió su mirada en donde se hallaba el menor, percibiendo el nerviosismo que mantenía su acompañante. El temblor de sus manos y la mordida de su labio, dejaba en claro la ansiedad que lo reinaba. Estacionó el auto lo más cercano a la entrada.

   —Cuando quieras que te pase a buscar, sólo llámame—Ofreció—. Ah, por cierto ¿Necesitas ayuda con la torta?
   —¿Eh? — Chinen aterrizó a la realidad. Recordó que no permitió que el mayor entrara junto a él y un pequeño remordimiento creció en su mente que procuró ignorar—. Te llamaré y por cierto, hay muchos lagos en Shizuoka, de hecho, hay uno si sigues derecho por esta calle. Diviértete.
   —Gracias—Comentó. Sabía que el menor no quería sonar grosero.

   El pelinegro descendió, llevándose el regalo consigo, despidiéndose con una reverencia del mayor. El cantante, aceleró y llegó hasta el lago antes mencionado. Al observar, notó unos buzos haciendo prácticas dentro del lago, eso le emocionó, por lo que, se compró un batido y se les quedó viendo fascinado, hasta que se hizo tarde. Aprovechó su tiempo en reflexionar sobre todo lo que estaba transcurriendo y mágicamente, una idea cayó como manzana sobre él. Tomó su móvil y comenzó a redactar una nota, hasta que fue interrumpido por una llamada.

   —¿Diga?
   —Tengo noticias, no sé cómo clasificarla… —Era Yuri.
   —¿Eh? Dime.
   —Me están pidiendo que me quede… es decir, tú también estás invitado, les expliqué como fue que llegué y quieren conocerte y que nos quedemos hasta mañana ¿Es posible?
   —¡Claro!
   —¡Entonces vente enseguida!
   —Allá voy—Sonrió amplio y colgó.
—o—

   Encendió un cigarrillo y guío sus pasos hasta un bar conocido por sus apuestas mafiosas entre la bohemia del lugar. Los chicos de Nemurenai detestaban que Yuto fuera a esas zonas, porque constantemente los metían en problemas y debían ir a buscarlo con dinero en mano para que lo dejaran salir, aunque muchas veces, ganaba algunas apuestas.  El único que no emitía juicios sobre las cosas que hacia Nakajima era Chinen, demostrándole indiferencia. Por el contrario Ryosuke se preocupaba en demasía y Hikaru no estaba dispuesto a entregar de su dinero para salvarle el trasero.
  
   —Nakajima de Nemurenai— Le reconoció el guardia de la entrada.
   —Henry-san ¿Qué tal? —Saludó el baterista, ingresando aun con el cigarrillo en su boca.

   El ambiente estaba lleno de humo de drogas y solo había una ventana abierta para circular el aire. En el centro había una mesa y en las sillas, algunos hombres con cartas de póker en mano.

   —¡Llegas tarde! Ya comenzamos la primera vuelta.
   —No importa, me pondré a tono mientras.

   El alto, sacó un paquete con una droga blanca; Era cocaína. Hizo un camino sobre la mesa y lo aspiro dentro de su nariz con rapidez. Era tradición que antes de jugar, todos se drogaran para “estar en igualdad de condiciones”. Yuto solía ponerse alerta y podía aplicarse muy bien al juego, a veces decía que iba al baño, solo para ingerir más y así ganar las partidas de póker.
   Pidió un vaso de wishky y esperó  a que acabaran aquella partida.

—o—

   Había pensado en llamar a Yabu para que le acompañara, pero como iba con la disposición de conocer gente nueva, bailar y beber, prefirió no darle problemas al alto.
   Llegó al bar de Koki y saludó a Juri, quien le ofreció beber algo, Kei pidió varios tragos fuertes.

   —¿Estás bien, Kei-san? —Le consultó el menor, quien ya estaba sirviendo el cuarto vaso.
   —Sí…—Le sonrió leve—. Solo… quiero olvidarme de alguien hoy, es todo—. Mencionó, moviendo sus dedos al ritmo de la música del bar.
   —Oh, ¿Problemas de amor?
   —Más o menos…—Contestó, bebiéndose el vaso al seco, arrugando su rostro— Pero no me voy a deprimir, dame una cerveza que la música está muy buena hoy. Iré a bailar— Juri asintió entusiasmado al verlo decidido y le entregó la botella.

   La pista de baile era gigante, Inoo empezó a mover sus pies y cuando hizo contacto visual con una chica, se pusieron a danzar juntos. Era música electrónica, con variaciones por parte del DJ, cosa que encantó al pianista.

   Arioka estaba tan concentrado en hacer su trabajo, que por momentos solo se dejaba llevar por la música y se olvidaba que estaba ahí, junto a unas trescientas personas más. De pronto llegó Juri, con la cerveza y unos trozos de pizza, eso le indicaba que ya eran las diez.

   —Me han dicho que está buena la música—Felicitó el menor, alzando su pulgar.
  
   Daiki sonrió sonrojado por ese halago que dijo algún cliente.

—o—

   —N-No te preocupes, puedo dormir en el suelo.
   —¿Estás seguro? También está el sillón—. Sus miradas no querían toparse, ya que se sentían demasiado hipócritas al pelar por quién dormiría donde, si la noche anterior estuvieron prácticamente uno encima del otro.
   —S-Sí, tranquilo Chinen…— Se rascó la nuca, nervioso.
  
   Permanecieron compartiendo con la familia de Yuri hasta tarde. Le contaron los chismes de la fama, la verdad sobre la polémica Kaizen v/s Nemurenai, cómo es que terminaron hablando ellos dos y que los mayores problemas siempre los ponía Yuto.
   Cuando ya era de madrugada, todos se fueron a dormir.

   —Ah~ No traje cepillo de dientes— Lamentó el mayor.
   —Tenemos varios acá, todos nuevos claramente ¿Quieres que te pase uno?
   —¿De verdad? Te lo agradecería mucho, es que no me los he lavado desde a-ayer…—Bajó el tono de voz, al crear un ambiente incómodo por ese comentario.
   —Lo sé— Fue todo lo que dijo y fue hasta el baño para buscar un cepillo sin uso.

    El cantante le siguió.

   —Lo siento, no quería…—Chinen le pasó el material de aseo y le pidió silencio.
   —Shhh, se escucha todo—Susurró y se lavaron los dientes juntos.

   Al volver a la habitación, el menor se colocó pijama y Takaki se desvistió, hasta quedar en polera y bóxer.

   —Buenas noches— Apresuró el guitarrista, en un tono molesto. Cubrió su rostro con las sábanas al fijarse que su corazón estaba latiendo rápidamente, solo por estar una vez más a solas con el castaño.
   —B-Buenas…—Tartamudeó. No entendía por qué se había puesto así, pero no iba a pedirle alguna explicación. Se cubrió con el futón y cerró sus ojos.

   Pasaron minutos y Yuri no podía concebir el sueño. Tener al muchacho ahí abajo, a medio vestir, le hacía sentir un poco mal. Era quien le había ayudado ver a su familia y lo estaba tratando muy fríamente o eso reflexionó, de todas formas, ya habían dormido juntos la noche anterior y era muy cínico ignorarlo.

   —Takaki…—Murmuró.
   —¿Uhm?

   Cuando iba a hablar, el sonido de su celular le interrumpió. Era una llamada.

   —¿Alo?
   —¿Yuri? Soy yo…
   —¿Yuto? —Contestó extrañado. Alejó el celular de su oído para ver la hora, eran la tres de la madrugada. Esto no olía demasiado bien.
   —Estoy… yo… necesito que me vengas a buscar…—La voz del baterista sonaba muy débil.
   —¿Dónde estás? —Cerró sus ojos. Presintió que otra vez debía ir a buscarlo a ese bar de mala muerte, que no hubiera sido ningún problema, si no fuera porque estaba en Shizuoka. A dos horas y algo de Tokyo.
   —En el bar… bueno cerca ¡A-ah! Me acaban de golpear en conjunto y me sacaron a patadas de ahí ¡Jajaja! —Nakajima reía, eso le indicó al menor que estaba bajo el efecto de alguna droga.
   —Yuto ¿Qué hiciste? —Se tomó el tabique con sus dedos y suspiró con fastidio.
   —¿Yo? Naaaada~ Vamos, ven a buscarme ¡Y no le digas nada a los chicos! —El mayor colgó la llamada, dejando con la rabia a flor de piel al pelinegro.
   —¿Qué sucedió? —Yuya se irguió y miró con intranquilidad el chico.
   —Otra vez, ese maldito de Yuto…—Se levantó de su cama— ¿Cómo mierda puedo llegar a Tokyo en 5 minutos? Siempre metiéndose en problemas, sin pensar en los demás.
   —Hey, ¿Qué pasó? —El castaño sostuvo la muñeca del chico y le obligó a mirarle.
   —Fue a un bar de apuestas, ingirió drogas y alcohol, acaban de golpearlo y sacarlo a patadas de ahí, debe estar tirado en la calle como basura ¿Sabes? Debería dejarlo ahí, para que aprenda la lección de alguna buena vez.
   —¿Dónde está el bar?
   —En Shibuya, para el lado de Minato, creo que se llama Funky— El pelinegro estaba pensando en qué hacer.
   —Oh por dios… ¿De verdad?
   —¿Qué?
   —Es que Keito vive cerca… podría pedirle a él que…
   —Pero Yuto lo odia y estoy seguro que tu amigo lo odia a él.
   —Lo sé, pero es la única alternativa que tengo, vive muy cerca del bar. Piénsalo.
   —Uhm…—Mordió su labio y asintió— Nada se pierde…

   Tomó su celular y marcó el número con inseguridad, cruzando sus dedos.

   —¿Takaki? —Respondió un adormilado Keito.
   —Tengo que pedirte un favor enorme y sé que no te va a gustar, pero juro que te lo pagaré.
   —¿Eh? ¿De qué hablas?—Okamoto refregó sus ojos, levantándose de  su cama.
   —Necesito que vayas al bar Funky, ese que está cerca de tu casa, hay una persona tirada por los al rededores ¿Podrías llevarlo hasta tu casa y cuidarle hasta mañana? Es todo lo que te pido…
   —¿Una persona? ¿Quién es? ¿Dónde estás?
   —Estoy en Shizuoka y si esperas a que yo llegue, él podría morir.
   —¿Eh? ¿Estás bromeando? ¿Debería llamar a una ambulancia?
   —¡Ni lo pienses!
   —Takaki ¿Qué me ocultas…? ¿Por qué no puedo llamar a una ambulancia? ¡Es lo más cuerdo!
   —Ay, Keito, solo júrame que lo harás a pesar de todo— Suspiró.
   —E-Está bien, si está en juego la vida de una persona, haré todo lo que pueda. ¡Pero dime!
   —¡Gracias, Keito! Prometo que te daré las explicaciones correspondientes.

   El castaño colgó asustado. Jamás le había hecho eso a Keito.

   —¿De vida o muerte? ¿No habrás exagerado? — Río leve el pelinegro.
   —Si no digo eso, me hubiese puesto más trabas…
   —Pero… ¿Estará bien? ¿Qué le darás como explicación…?
   —No lo sé… no lo he pensado, pero tú me ayudarás ¿Verdad? —Sonrió ladino. —Además, Keito es muy buena persona, no dejaría a alguien morir, aun así, se trate de Nakajima-san…
   —Si yo fuera él, lo dejaría morir…—Bromeó cruelmente el chico.

   Ambos estaban un poco más relajados ante la ayuda que les prestó Keito y volvieron a sus posiciones para intentar dormir y mañana pasar a buscar el cuerpo maltratado de Yuto.

   —Por cierto… Chinen.
   —¿Uhm?
   —¿Qué me ibas a decir antes de todo esto?
   —¿Eh? —El chico se asombró y sonrojó en medio de la oscuridad—. Era solo… quería saber si tenías frío allá abajo.
  
   Takaki guardó silencio y mostró una mínima sonrisa, imperceptible por la oscuridad.

   —Solo un poco, pero pasará…—Cerró sus ojos hasta sentir una mano jalar de sus ropas. Yuya se dejó guiar por esa fuerza que le llevó hasta el interior de la cama del pelinegro. Posterior a esa buena acción, Chinen le dio la espalda, trazando distancia.
   —Buenas noches, Takaki.
   —Buenas noches…—El mayor lo abrazó por la cintura, rompiendo toda muralla y lo atrajo a su cuerpo, besando su espalda— Yuri.

—o—

   Sudado, bailó toda la noche junto a la compañía de la chica que tenía a su lado, había enterrado la razón del por qué estaba ahí, pasándola bien. La muchacha vio la hora y puso un rostro de asombro, al parecer se le había hecho tarde.
   Se despidieron.

   Kei salió de la pista de baile junto a la chica y para cuando esta se fue, un desánimo le invadió, al recordar sus razones de estar ahí. ¿Qué acaso jamás iba a poder desterrarlo? Llegó a la barra y pidió nuevamente varios tragos fuertes a un barman que estaba ahí, quien se los dio sin complicaciones, al ver como Inoo sacaba su billetera. Ya era cerca de las tres de la mañana, hora suficiente para volver a su casa, pero no, ahí estaba, bebiendo una y otra vez, intentando quitar ese rostro.

   —¡Kei-san! ¿Qué haces? —Preocupado, consultó Juri, al verlo empinarse otro vasito de alcohol con desasosiego.
   —¡Juri! Ah~ —Le miró— ¿Cómo borro un recuerdo? —Inquirió, claramente ebrio.
   —¿Eh? Tsk, estás borracho, llamaré a mi hermano.
   —Claro, llámalo… él debe saber la respuesta… ¡Oye! ¡Otro vaso por aquí! —El barman simplemente acató.
   —¡Kei! ¿Qué te ha pasado? —Dijo Koki, sobándole la espalda—. Este chico está mal…
   —¿Y qué haremos?

   La puerta que separaba los ambientes se abrió; era Daiki. Había acabado su hora de trabajo y dejó sonando un disco para el resto de la noche. Escuchó la conversación.

   —No lo sé, la última vez que llamamos a su madre hizo un escándalo de aquí al cielo ¿Lo recuerdas?
   —Sí… ¡Ah! Lo dejaría ahí tirado, pero no puedo porque es mi amigo… pero tampoco puedo dejar solo el bar…
   —¿¡Inoo-san!? —Se acercó para reconocer con exactitud aquel semblante, que estaba en una especie de trance, porque no reaccionaba.
   —¿Se conocen?
   —Más o menos ¿Está bien? Parece muerto…—Arioka despejó la frente del pianista con sus manos, tomándole la temperatura.
   —No te preocupes, solo está ebrio… Pero no tenemos como llevarlo a casa.
  
   El castaño miró al pelinegro sobre la barra, no conocía ese aspecto tan indefenso y para su mala suerte le conmovió el corazón. No podía dejarlo ahí, cuando era él quien podía llevarle hasta su casa.

   —No sé dónde vive, pero si quieren, yo lo llevo—Ofreció el DJ.
  
   Agradecidos, Juri le escribió la dirección en un papel y robó la billetera y llaves del bolsillo de Inoo, para que pagara un taxi y abriera la casa sin problemas.

   —No te preocupes por meter ruido, él vive solo.
   —Está bien.

—o—

   Keito se vistió lo más ágil posible y salió de su casa en busca de aquella persona cerca del bar Funky, tal como le había pedido Takaki. Cuando pasó por un callejón, escuchó un gemido de dolor y algo asustado, se aproximó paulatinamente hasta divisar un cuerpo. Su sorpresa fue mayor al distinguir al baterista de Nemurenai, golpeado, sangrando y… borracho.


2 comentarios:

  1. Woooow!! El comentario de Keito me encanto xD pero lo mejor ayayay el Takachii <3 me tiene super emocionada son tan leeeendos quiero mas quiero mas ... A por el prox. cap. :3

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  2. Wooo... esta interrsanre
    Espero la conti con ansias

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